sábado, 20 de noviembre de 2010

El general: Tierra y Libertad [Fragmento]

El trato indigno, infame y cruel que esos rebeldes y todos los de su clase habían tenido que soportar en los largos años de la dictadura habían cambiado su carácter. A hombres pacificos [...] los había convertido la dictadura en hombres salvajes, vengativo, díscolos, eternamente desconfiados, rijosos, hipócritas y adictos al aguardiente. Por esto y solamente por esto aquellos salvajes, una vez iniciada la Revolución, no pensaban sino en destruir todo lo que encontraran a su paso y en matar a cuantos llevaran uniforme, aunque solo fuera una gorra militar, y a todos aquellos que por su empleo o profesión consideraran ser verdugos y opresores.

Los habían tratado como esclavos que solo tenían permiso de abrir la boca para responder a las preguntas que les hacían. Pues ahora se portaban como esclavos, esclavos que de pronto se ven libres de sus cadenas.

Bestias con caras de hombres, les hanían dado tormento, los habían azotado, humillado, les habían pegado la cara como se pega a las bestias en la jeta. Y como bestias se pusieron ahora a devastar el país y a matar a todo aquel que no fuera de su clase.

Cuando algun día estuviera destruido y asolado todo lo que el Caudillo había erigido con el sudor del pueblo, con su penuria, su congoja, sus lágrimas [...] entonces, ya satisfecha su venganza, volverían a sus lugares nativos, a sus aldeas, rancherías y chozas, para llevar en adelante una vida como la deseaban.

Era de prever que los fariseos de todos los países pondrían en sus descripciones periodísticas y estudios históricos todas las bestialidades a cuenta de esos salvajes, que carecían de comprensión para la gran época que les tocó vivir.

Y era de prever igualmente que cuando todo hubiera pasado, los tiranos destronados y asus admiradores, aquí y en cualquier parte de la tierra, declararían que ya todos podían ver y comprender por qué el dictador hacía buen en tratar a esos salvajes como los había tratado, y por qué la dictadura, una dictadura férrea y despiadada, era el único régimen con que, para su propio bien, se debía gobernar a un pueblo compuesto de esclavos con mentalidad de esclavos. ¡Abajo la corrosiva democracia! ¡Arriba la dictadura, vital y rejuvenecedora!

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